Dilema Moral
Viendo incrédulo la reyerta tabernaria del final de la Supercopa, curiosamente, el recuerdo que me vino a la mente fue el del cabezazo de Zidane a Materazzi en la final del Mundial 2007. Como todas las impresiones subjetivas, son difíciles de explicar en sus motivaciones, pero siempre tienen su porqué.
Zidane, persona honorable y digna donde las haya, tuvo la desgracia de poner una mácula imperecedera como fin a su esplendorosa carrera. Yo, supongo que como todo el mundo, asistí perplejo al incidente, negándome a dar por ciertas las imágenes que mis ojos recibían. Y asistí desconcertado y dolorido al cabizbajo caminar del ídolo camino de los vestuarios.
Después supimos que, como era lógico, su gesto fue producto de la provocación previa, como respuesta a un insulto repetido y grave a un familiar muy cercano. Y aunque despreciable el gesto, todos caímos en la hipótesis de atenuar en lo posible la culpa. El galo bien valía el esfuerzo. Salvo los italianos, claro está, para los que Materazzi se convirtió en héroe.
Sin embargo, asisto consternado a una espiral de encontronazos, incidentes, agresiones y gestos despreciables en el último año de enfrentamientos Madrid – Barcelona. Y en ellos sólo los agresores salen acusados, sin piedad ni matiz que exculpe, en parte, su comportamiento. Y los provocadores son cubiertos por un manto de comprensión y mansedumbre beatífica que no resiste ningún análisis.
Si analizamos los incidentes de la Supercopa, Marcelo hace una entrada merecedora de roja a Cesc. El árbitro se la saca y éste coge el camino de los vestuarios sin un mal gesto. Sin embargo el banquillo del Barcelona salta como un resorte, formando una bulla que sólo a ellos interesaba. Guardiola hace ademán de irse a por Marcelo, pero se refrena a tiempo (oír a Nirvana tiene sus efectos positivos, no lo duden) Villa o Valdés (que raro que aún no se sepa quién fue, con tantas imágenes como se han echado) agrede e insulta de forma racista (otra vez más) a Özil y Mourinho se va a por Tito Vilanova y le mete un dedo en el ojo, replicándole éste con un empujón (me interesa resaltar que, a mi entender, intenta tirarle de la oreja y al volverse Vilanova le mete el dedo en el ojo, no siendo esa su intención).
Y de nuevo se producen un alud de declaraciones de parte culé (Xavi, Piqué, directivos, presidente) presuntamente indignados. Por el lado blanco, silencio sepulcral. Y a mí no me deja de aparecer la imagen de Zidane agrediendo a Materazzi. No me creo que Mou, alegremente, intente agredir al segundo entrenador del Barcelona, ni que Ozil se acuerde de todos los ancestros de Villa sin mediar provocación previa. No me lo creo.
Y no es un intento de disculpar ni un ápice los bochornosos hechos vividos. No. Me parece bochornoso ver al entrenador del Real Madrid en esos trances. Injustificable. Sólo trato de hacer ver que al Real Madrid se le está etiquetando como una especie de chicos malos, mientras los culés se van de rositas, como chicos ejemplares, honestos, serios y cumplidores. Y no es así.
No es justo que provocaciones innumerables, escupitajos, simulaciones, insultos racistas (mono, moro, etc...) y desplantes institucionales caigan automáticamente en el olvido y la comprensión y a las respuestas a éstos comportamientos se les castigue con toda una suerte de plagas bíblicas.
Ya está bien de saltar como posesos ante cualquier incidente, ya está bien de lanzar la piedra y esconder la mano. Ya está bien de declaraciones injuriosas y a la vez pretender aplacar los ánimos. ¿Alguien imagina a Florentino o a algún directivo hacer el mismo tipo de declaraciones que se vienen oyendo del lado culé?. Yo no. ¿Y a Casillas o Alonso? Yo tampoco.
Por tanto, para responder a la pregunta inicial, para mí tan vil fué Zidane como Materazzi. Sin embargo, intentemos transponer la respuesta a la Supercopa. Cambiemos Zidane por Mou y Materazzi por Vilanova. Cambiemos a Zidane por Özil y Materazzi por Villa. Y después juzguemos. ¿Tantos italianos hay?.