Madrid.
Seis de la tarde. Las aceras de la Castellana son un hervidero de pechos
blancos, pero no helados. Incandescentes de esperanza, de ilusión por ver
cumplirse un sueño. Concha Espina, sus aceras y sus ocho carriles están llenos
a rebosar. Cánticos alegran el ambiente. Nadie para, impacientes. Los antidisturbios forman una muralla en la calle de los ultras. Un
griterío se eleva sobre las conversaciones de la muchedumbre. ¡¡ Llega el
equipo !!
Cuatro
policías a caballo intentan despejar a duras penas una estrecha senda para el
autobús. Los madridistas elevan sus miradas buscando el encuentro con los que
tienen la obligación de resarcirles su pleitesía. Sorprendidos y jubilosos
descubren que el autobús es una fiesta: Pepe salta con una bufanda en la
cabeza, el Pipita eleva su puño a la multitud, casi desencajado, Ramos sonríe
ondeando una bandera del Real Madrid, Cristiano, más tímido, les aplaude y les
hace el signo de la victoria .................. Todos en barahunda, en comunión
con la muchedumbre que en plena ósmosis palpita fe, pura y luminosa. Creen.
En la
fachada de Castellana hay tres chicos repartiendo octavillas. Es un papel blanco, simple, con un mensaje: “Hoy todos de blanco y en pie. Si crees,
guárdalo en tu pecho, si no, tírame”. Todos lo leen, incrédulos, asienten y uno
a uno van guardando el pasaporte para su felicidad junto a su corazón. Abren
los tornos. La marea blanca jubilosa, impetuosa, inunda el Bernabeu. Falta hora y
media. Casi no quedan sitios vacíos. Los video marcadores ofrecen goles y más
goles blancos, Santillana, Gento, Puskas, Pirri, DiStéfano, Amancio,
Butragueño, Cristiano, Raúl ........ La música, heroica y potente va calando
los ánimos. Los goles se cantan como si fueran en directo.
Cuarenta
minutos. Salen los porteros a calentar. Diego, Iker y Antonio sonríen y
agradecen la cerrada ovación con que se les recibe. Treinta minutos. Un grito
unánime sacude el Berbabeu, con Ramos a la cabeza los diez elegidos salen a
calentar. Uno a uno sus nombres son coreados como lo fueron los emperadores de
la antigua Roma. Concentración absoluta. Pero todo cambia de repente, la tormenta
estalla cuando diez manchas amarillas salen contritas del túnel. Nunca oyeron
semejante rugido, cada paso es más corto que el anterior. Su entrenador les
alienta, pero su voz no llega entre la brutal pitada................................
Suena
el himno del Centenario, ensordecedor. Ochenta mil camisetas, orladas de
ochenta mil bufandas se levantan y cantan a coro esa letra tan corta como
precisa:
" ¡Hala
Madrid! ¡Hala
Madrid! Campo
de estrellas donde
crecí ¡Hala
Madrid! Juegas
en verso, que
sepa el universo cómo
juega en Madrid. Sale el
Madrid a luchar, sale el Madrid a ganar. Hala Madrid! Hala Madrid!
Y tan
cierto como que mañana va a amanecer, todos saben que la batalla está ganada........................................................ Nieva en Madrid.