Frontispicio

Ancelotti es, no lo olvidemos, apuesta personal de Florentino

25 enero 2015

(Casi) todos contentos


Córdoba C.F. 1 – Real Madrid 2

La mañana amaneció blanca, buen augurio. En estas tierras de jamones y bellotas, el campo se despertó con el manto blanco de la helada. Amanecía y la ilusión de ver a los blancos en nuestra cotidianidad rivalizaba con el sol brillante y agradecido que se sumaba a la fiesta. Todos al coche, gasolina y, como los bandoleros decimonónicos en La feria de los discretos de Pío Baroja, nos aventuramos a atravesar Sierra Morena.

Llegamos a la Córdoba sultana en una mañana de sábado más endomingada que nunca. Recibía a visitantes de fuste y el espíritu señorial obligaba. De camino paso obligado por el hotel de concentración, no sé si el mejor pero seguramente el más feo, grotesco y oxidado de Andalucía. Un insulto a la cercanía de una gloria de la humanidad como el bosque de columnas de la Mezquita.

El autobús estrella de Concha Espina aguardaba a sus pies como el dragón de San Jorge, custodiando a su doncella en forma de campeones del mundo. Y, como diría la canción de Sabina, mucha, mucha, policía. Cumplido el rito de la curiosidad morbosa, las palmeras de la avenida nos depositan en el Guadalquivir que, como el ilusionista escamoteador, primero ofrece el pasado glorioso de la Calahorra antes de desplegar antes tus ojos el objeto brillante del futuro más próximo: El Arcángel.

Y junto al Arcángel, las terrazas. Una terraza para un cordobés es algo casi tan necesario como la nómina a fin de mes y ayer muchas nóminas se vieron groseramente atacadas por disfrutar de un día único, histórico y quizás trascendente. En kilómetro y medio a la redonda del Arcángel no había ni sitio libre de aparcamiento ni silla de terraza menos celosamente guardada que una novia virginal.

El salmorejo, la fritura de pescado y las berenjenas fritas se esmeraban en competir tronío con las diez Copas de Europa de los forasteros. Cada uno juega con sus armas. Comida familiar e intereses divididos. Bufandas blancas y verdiblancas. Pocas camisetas blancas, extrañamente, vista la llegada de las vísperas. En la mesa de al lado, cinco comensales terminan, el camarero les desea que lo pasen bien y un ¡¡ que ganemos !! Ante ello el último de la fila, hace un gesto, muy prudente y señor, indicativo que eso no va con él, que no está claro que el desea que ganen los mismos que sus compañeros de mesa ni el camarero.

Gesto tan elocuente y pacífico que arranca la carcajada general de nuestra mesa. El señor, ante mi jolgorio, se acerca solícito a explicarme su postura, anticipándome le enseño el salvapantallas de mi móvil con el escudo de mi Peña Madridista Gachera y, comprensivo y feliz, se despide sin más trámite. Poco después les imitamos y paseíto primaveral al campo. Esquinados en preferencia, tras una reja que ayer sólo servía para dar sombra pues no podía proteger entres sí a miembros de una misma familia, nos mimetizamos con la miríada de peñistas de la provincia. Caras conocidas por doquier, como esperaba.

El Arcángel a capella canta el himno, quizás más fuerte que nunca pero mucho menos emotivo que en el cuarto anfiteatro del Bernabeu en agosto pasado. Empieza el partido y el Madrid, como el tío emigrante que venía de Francia, ofrece el mejor regalo que le puede ofrecer a esta ciudad: un gol casi sin pecado original. Y El Arcángel sabe que su primera ilusión ya está ganada, la mordida de la nómina ha quedado saldada. Parte de la gloria ya se ha pisado. El si se puede de Los Incondicionales pasa de ser un deseo a casi una convicción. Y casi pudieron. Menos mal que tenemos a Gareth Bale.

No sé bien si es justo que el Madrid hiciera ayer el partido que hizo. No lo sé. Pero estoy seguro que esa no es la imagen que un campeón del mundo deba de dar. Ni en la Córdoba que los acogió como lo que son ni en ningún sitio. La apatía, la pachorra y el desinterés fueron más que patentes, ostentosos. Al final el resultado dejó contentos a casi todos. Los madridistas con los tres puntos, los cordobesistas con la imagen de su equipo y yo pudiendo compatibilizar de forma más o menos honorable mi deseo de que ganara el Madrid y no perdiera el Córdoba. Creo que se consiguió.

Me gustó: Bale, Benzemá y el himno del Córdoba a capella. Los dos primeros por ser casi los únicos que expusieron su vergüenza torera a pies de la Mezquita.

No me gustó: No sé que le pasa a Cristiano, ni me importa, pero lo de ayer es incomprensible. Sé que a estas horas estará arrepentido, sé que todas las navajas del antimadridismo están afilándose pacientemente para una semana de despelleje, pero lo que hizo ni tiene lógica ni razón. Si Casillas, Ramos y Cristiano son los amos del vestuario blanco, temo el futuro.

Tampoco me gustó lo más mínimo la actitud del resto del equipo. Si nos dicen que es la semifinal del trofeo Carranza, cuela. Mal empezamos el 2015.

Pepito Grillo: Los dueños del Córdoba han tratado de mil y una formas de asustar a sus socios ante el partido de ayer. Con el argumento de extremar la seguridad y evitar la reventa o cesión de unos abonos pagados dos veces se pedía que la afición llegara con antelación al estadio. Al final pasamos como afición rival por los tornos con mochilas y nadie se inmutó. Si vamos con dos hachas y un kalasnikov, cuela. Suerte que somos gentes de bien.

Y al final del encuentro, dejan salir a la afición rival por el mismo sitio y al mismo tiempo que el grupo más bullanguero de la afición local. Más profesionalidad, Sr. González.


Franciscus: El año que viene, otra vez el Madrid por Córdoba. Nos lo merecemos.

19 enero 2015

El gato destapó la lata

Getafe 0 – Real Madrid 3
Mañana fría y desapacible en Getafe para intentar hacer olvidar el fracaso de la Copa. Que pese a ser fracaso, no es ninguna tragedia. Carlo sigue en sus trece y vuelve a utilizar el once tipo, salvo la presencia de Varane que suplió con éxito sobresaliente a Pepe. El portugués, al parecer, sufre una contusión costillar sobre la que Iker Jiménez está preparando un programa para desentrañar el misterio.
 La primera parte hizo honor al gélido ambiente, con los blancos destemplados, adormilados, atocinados, sobrados, etc. Todos estos adjetivos eran utilizados en Twitter para describir la actitud o, más bien, la falta de ella de los jugadores madridistas. Sólo dos ocasiones claras y el runrún de todos porque no se veían motivos para la victoria. Es lo que tiene acostumbrarse a tener los encuentros casi sentenciados en el minuto 20.
 En el descanso todos eran malos. Marcelo que no defendía, Ramos sobrado, a Varane le falta un puntito, Carvajal alocado, Kroos cansado, como no, Isco chupón, James perdido y peor que Di María, Bale más perdido aún, Cristiano triste y Benzemá, ay Benzemá, vaya asco de 9 que teníamos. El gato. Ni marca goles, ni jugaba ni na de ná. Medio vendido al PSG estaba en el descanso.
 A la vuelta, supongo que tras algún caldito y alguna llamada de madres preocupadas, los merengues afrontaron el encuentro con otro ánimo. Una marcha más se tradujo en que las ocasiones fueran periódicas, cada 5 minutos una, la media ideal. A los 63 Benzemá se lo pensó mejor y, en lugar de llamar al jeque parisino, le dio por emular al Buitre en Cádiz. Recorte torero a lo Curro Romero, equilibrio sobre la raya como Pinito del Oro y regalo como el Rey Melchor a Cristiano para que se le borren esos tics de ególatra inaguantable.
 Con el gol, el castillo de Quique Sánchez Flores, madridista para los olvidadizos o jóvenes, se vino abajo. El ánimo que lo sostenía se diluyó como el amor del quinto en brazos de la beldad local de turno y, uno tras otro, llegamos a tres. Que es el promedio. En este punto los ánimos eran otros. Ya Benzemá volvía a ser el mejor 9 de los posibles, Bale casi ni chupaba, Cristiano seguía siendo Balón de Oro y James, oh James, centrocampista de talla mundial.
 Y no hubo mucho más. Al final el guión se cumplió, los ansias de siempre respiraron aliviados y el liderato seguía en el zurrón. Ahora a descansar soñando como Abderramán III, anhelando el momento de ver la Mezquita y el Puente Romano de la Córdoba mora, sultana, judía y cristiana. Allí los espero.
 Me gustó: James y Benzemá. Magnífico partido del colombiano, lleno de entrega, clase y fútbol. El francés volvió a dar una lección de fútbol, sus censores, de nuevo al hoyo.....
 No me gustó: Una vez más que Carlo no rote. Tampoco me gustó un pelo la displicencia para ayudar en defensa de la BBC. Hay delanteras de futbolín que estorban más que estos tres. Carlo, aplíquese.
 Pepito Grillo: Tras el grito de Cristiano, del que no comparto su oportunidad, no había periodista y/o tertuliano que subrayara el logro del portugués. Todo dirigido al grito, ya tenían excusa para, una vez más, no hablar sobre los logros madridistas. Esta razón es una más en contra del aullido.
 Y como es lógico, no podía olvidar el lamentable esperpento que Carlos Martínez, locutor del Plus, hizo llamando niñato a Isco. No logro comprender con la facilidad con que se adornan de insultos sólo cuando se refieren a jugadores madridistas. ¿Alguien recuerda que se hayan dirigido menospreciando a jugadores distintos llamándolos chulo, delincuente, absentista, criminal, fumador, loco, etc....? Todos estos epítetos se han oído refiriéndose a nuestros jugadores. ¿Y debería ser gratis? No. Aliento a que todos y cada uno de los madridistas abonados al Plus pidan su cese inmediato. Yo ya lo he hecho.
 Franciscus: El Madrid pondrá Córdoba boca abajo el sábado. No es un pronóstico, es una aseveración. Lo tenía fácil.


04 enero 2015

REMEMBER 2014


2014 ya pasó. Es historia. Historia que, como todas, está tintada de diversos colores. Historia blanca, pues ese es el color de nuestro equipo en este año histórico. Historia negra con la muerte, entre otros, de un mito como Alfredo Di Stéfano. Historia verde esperanza, viendo la joven plantilla que ha logrado reunir nuestro club. Historia dorada, pues económicamente también el Real Madrid ha batido todos los récords en ese aspecto. Historia plateada como las cuatro copas que han pasado a engrosar la mejor sala de trofeos del mundo. Historia morada, como la ilusionante nueva grada de animación. Historia rosa, como la rompedora segunda equipación.

 Historias que todas juntas, nos hacen rememorar este año 2014 como el mejor de muchos madridistas. A superarlo en 2015. Feliz Año.