Este blog me ha ido acompañando a lo largo de estos 18 años, en el que hemos tenido épocas de enamoramiento absoluto y que ha ido cayendo, a mi pesar, en un lento descenso al terreno de la apatía, en buena parte debido al auge de otros medios de difusión (Facebook, Twitter, etc..) y por otra parte a mi propia desgana.
Aquella época de efervescencia del mourinhismo sacaba mi mejor vena combativa, para luchar contra aquello que algunos veíamos como algo inaudito y que hoy, tras el descubrimiento de la corrupción de Negreira, se explica, aunque de forma parcial. Aún queda por descubrir cómo se trasplantó el sistema de España a Europa, que estoy seguro que así se hizo. Quizá esa corrupción nunca vea la luz, aunque siempre defendí que gastarse unas decenas de miles de euros en investigar a Ovrebo por buenos detectives darían unos abundantes frutos.
Y hoy, con la barriga plena de títulos, disfrutando de la segunda edad de oro del madridismo, me es mucho más difícil apelar a las musas, por lo que se muestran más esquivas. Sirva en mi descargo aducir que tampoco tengo demasiado tiempo libre. Y me entristece el olvido de esta página blanca en blanco, mucho, pero ya no voy a caer en la tentación de prometer más asiduidad, pues soy persona de palabra y ya he faltado a ella en varias ocasiones.
Pero pese a esto último, hoy, que es un día especial para mí, si quiero rememorar viejos tiempos, emborronando esta página blanca con mis reflexiones. Reflexiones sobre el madridismo, el fútbol y como yo lo veo.
Y por eso, hoy es día de volver la vista atrás, a las entradas más antiguas, para darnos cuenta de la abundantísima cosecha de títulos y, sobre todo, fortaleza institucional del Real Madrid. Hoy sienta muy bien, como diría Courtois, sentirse en el lado bueno de la historia. Y aunque lo que el cuerpo pide hoy es arrellanarse en un butaca vip del Bernabéu, acariciando un gatito en el regazo, contemplando la magna obra mientras disfrutamos de esas trombas eléctricas de la jauría blanca, no podemos olvidar aquel viejo adagio: Memento mori.
Si algo enseña la vida es que lo bueno nunca dura mucho. Por lo que mi consejo para todos es que disfrutemos de lo que la vida nos brinda, agradezcamos las victorias, suframos los empates y olvidemos pronto las derrotas. Y si viene algún título, que vendrán, celebrémoslo como si fuera el último o la Séptima.
Diez sexenios. Siempre Hala Madrid.
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