"Buscó el Kinder y se llevó la Sorpresa"
Barcelona 3 - Real Madrid 2
Finalizó
el primer clásico de la temporada y la vida sigue igual que la temporada
pasada. Por si había alguna duda, Tito hizo bueno aquello de que si una cosa
funciona, no la toques y no la tocó. Vamos, creo que ni le ha quitado el polvo
siquiera. Despejada la primera incógnita en los culés, en el bando madridista
existía cierta sospecha sobre el punto de forma de gran parte de sus jugadores
y la sospecha se convirtió en certeza: la mayoría están como el agua tibia
destinada a hacer hervir los garbanzos, les faltan toneladas de kilojulios de
energía hasta llegar a su nivel óptimo.
Teniendo
en cuenta esas premisas y que los culés no están tibios, sino a punto de
hervir, con marcha y media más que los blancos, el resultado se considera
óptimo, dada la recepción que queda pendiente. Y es que si el Madrid en las
últimas visitas a Les Corts fue superior, anoche pareció un púgil que aguantaba
en la lona por oficio y veteranía, más que por presencia física y ganas de
ganar.
La
primera parte sirvió para sentar cátedra de las virtudes de uno y de la falta
de las propias en el otro equipo. El Barcelona hizo honor a su tan manido tiquitaca, con posesiones eternas, nula
profundidad y aburriendo a las ovejas de Esopo. El Madrid en cambio se refugió
atrás (algo que esperaba de Mou y entiendo lógico mientras el balón fuera culé)
pero demostró que físicamente era muy inferior al rival. Así era muy difícil
robar el balón, pues llegaban a todos los cruces sospechosamente tarde. Y
además despreció el balón de una forma lamentable, olvidando sus mecanismos de
tres pases rápidos atrás sin arriesgar y construir después. En lugar de eso se
refugió en aquella táctica ancestral que aplicábamos cuando yo jugaba al
fútbol: Fuerte y por alto, como el Villaralto.
En la
segunda parte el cuento cambió, y no sabría decir si para bien o para mal. El
Madrid adelantó sus líneas, la táctica férrea dio paso a la cabalgada sin
control y Alonso se encontró que no sabía si ir o venir. Como ironía del
destino marcamos como nos suelen marcar, a balón parado. Cabezazo de Cristiano
que fue la única prueba con que cuenta para demostrar que estuvo en el Camp Nou
en caso de que la policía le achaque un asesinato, que ya es de lo poquito que
le quedan por acusar al portugués. Para reír y hacérselo mirar el papelón de
Busquets, ese gran comediante, tras el gol, postrado en el suelo fingiendo una
agresión en el salto.
Y a
renglón seguido, uno de esos “detallitos” que siempre sirven para poner el
tapete a favor y cuesta abajo en el Camp Nou: Pedrito supera a Coentrao en el
único error de éste y marca en fuera de juego. Inapelable, justo, difícil de
ver, vale, pero siempre en el mismo sentido también. Y aquí sintió Iniesta que
llegaba su hora en dos jugadas que acreditan el porqué de la coincidencia de
los bajones del Barca con sus lesiones. En la primera se la enseño a Ramos que
entró como elefante por cacharrería en un penalti tan claro como innecesario.
En la segunda hizo su típico slalom a lo Paquito Fernández Ochoa y ante la
torpeza y lentitud de centrocampistas y defensas se la dejó en bandeja a un
Xavi que completó 46 de 48 pases acertados y totalmente intrascendentes.
Y el
Barca empezó a hacer lo que más temo, moverla como los yugoslavos en baloncesto
cuando iban ganando de diez y quedaban dos minutos: a las cuatro esquinas. Pasó
de tener el balón la medular y en las cercanías del área del Madrid a que
Piqué, Mascherano y Adriano hicieran eso que tan bien hace Xavi y tanto se le
agradece, pasársela de forma insulsa al compañero que está a cinco metros sin
necesidad y sin ningún ánimo atacante. Tenerla por tenerla, como los novios
impotentes.
En esas
que cuando casi todo el mundo apostaba por algún otro gol culé, Casillas volvió
a hacer otra de las suyas, paradón a Messi e Iniesta, en la ocasión más clara
del partido y que prometía un 4-1 casi irreparable. Y a renglón seguido el balón
fue trasladado de nuevo a la zaga culé, con intención de volver a marearlo.
Y apareció Di María, ese fámulo de la
delantera con pinta de bailarín de claqué, sabiendo como un niño sabio que el
kinder sorpresa estaría cerca, lo buscó ¡¡ Y lo encontró !! Valdés, hizo otra
de las suyas, quiso emular al añorado Neymar y cayó como zorra por rastrojo en
una pirueta cómica sino fuera por la trascendencia del error.
Y así fue como el Real Madrid con casi nada
sacó un magnífico resultado. Con un córner y una presión logró dos goles. Nunca
nadie consiguió tanto con tan poco. Y esto lo tomo como una señal, como un
augurio de lo que queda por venir. El año pasado en la Supercopa lo merecimos
todo y no obtuvimos nada, este año, en compensación será al contrario. Espero.
Me gustó: Coentrao, magnífico en su labor
defensiva, seguro y dominador.
No me gustó: Özil, perdido, desacertado,
asfixiado, más GosyLuz que nunca.
Pepito Grillo: De la polémica, para mí el
fuera de juego claro, el penalti a Iniesta claro, y los chapuzones de Alexis
claros. Todo claro. En las tarjetas, perdonó roja directa a Mascherano en la
amarilla y perdonó la segunda en la falta cobardemente obviada por el árbitro.
Lo que no acabo de digerir son las torticeras
retransmisiones deportivas que nos ofrecen del Madrid. El fuera de juego ni una
repetición, de un fuera de juego sospechoso de Benzemá, ninguna repetición, de
una caída en el área de Di María (piscinaza) ni una repetición, de los
chapuzones de Alexis trescientas veinticinco repeticiones. De las faltas del
Madrid cinco repeticiones, de las del Barca ninguna. Incomprensible.
Rappel: Ya mismo está Casillas haciendo lo
que mejor hace después de besar a la novia.
el madrid no jugó nada bien. lo único que hicímos fue defender correcrtamente y aguantar al rival. en el bernabéu les espera un repaso, ya verás. un saludo desde www.fulltimedeportes.com y ¡¡hala madrid!!
ResponderEliminarEsperemos que así sea. Yo estoy seguro de que la Supercopa se queda en Madrid. Y que el partido será completamente diferente.
ResponderEliminarUn saludo.