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03 mayo 2020

Mourinho y el orgullo



Ayer Mourinho hizo algo tan poco mouriñista como dar una entrevista exclusiva a Marca. El supuesto motivo era el aniversario de la consecución de la Liga de los récords. Pero no entiendo el hecho, pues lo entiendo como una claudicación innecesaria hacia una prensa que lo crucificó, que mintió a sabiendas, que fustigó a columnistas contra él, sólo para salvaguardar la titularidad de un topo que no asumía su suplencia o como medio para implantar como verdad incontrovertible la supuesta superioridad del tiquitaca culé y delbosquista sobre cualquier otra forma de fútbol.

Quizás no recuerde que demandó a Roberto Palomar, que era y es redactor jefe de Marca, por insultarle diciendo que era «el típico personaje que se daría a la fuga después de causar un atropello». Quizás no recuerde las portadas que ilustran este artículo. Quizás. Yo no. Ni olvido ni perdón.

Mourinho ganó un título que casi nadie le reconoce y que vale, quizás, por al menos una Champions: Ganó para el Madrid el devolverle la autoestima de  saberse campeón y ser el mejor, siempre. Tuvo que enfrentar hercúleamente, y casi en solitario, la titánica tarea de destrozar el mensaje culé impostado de los valores, el estilo y, sorpréndanse, de ser el mejor equipo de  la historia. ¡¡Toma ya¡¡

De su etapa siempre me quedará el mejor recuerdo. Mourinho ha encarnado como nadie el orgullo de sentirse madridista, de anteponer el club a cualquier otro interés, de no dejarse amilanar por intereses espurios, por no claudicar ante las enormes campañas mediáticas que intentaron socavar su autoridad y que, al final, pudieron con él.

Por eso no entiendo su entrevista de hoy, la entiendo como una claudicación, como una traición al mensaje que él transmitió: "Señorío es dejarlo todo en el campo", dijo. Esa frase apareja además otro mensaje: Cuando lo has dejado todo, te importa un bledo todo lo demás, puedes dormir tranquilo. Como creo que él lo dejó todo, quizás más de lo necesario a veces, por eso hoy puede prescindir con toda naturalidad de otorgar su imagen para un medio que procuró su derrota en muchas ocasiones.

No te amilanes José, ni hoy ni nunca. No los necesitas, hoy menos que nunca. Por eso, espero y deseo que nunca más vuelvas a rebajarte ante quienes te lincharon mediáticamente. Nunca.

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