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23 marzo 2023

El #BarcaGate y el amor incondicional


Quienes tenemos la inmensa fortuna de ser padres, sabemos que a los hijos se les quiere de forma incondicional. Da igual que sean listos o torpes, guapos o feos, altos o bajos, honrados o delincuentes; son tus hijos y son más parte de ti que la córnea.

 

Salvando las distancias, con el club de tus amores pasa algo parecido. Para mí, el Real Madrid, pese a disgustos, errores, precios, directivas o jugadores es mi club querido, incondicionalmente. Siempre,  en todo momento y situación. Mi amor a sus colores será siempre puro, incondicional y absoluto. Por muy mal que juegue, por muchas tropelías que cometa, por mucha disparidad en las actuaciones, siempre, siempre lo defenderé. Y creo que casi todo el aficionado al fútbol es igual.

 

Los culés igual. En la misma medida y condición.

 

Por ello, sabiéndome igual, los comprendo y admiro en su defensa numantina, suicida y frenética del club, frente a las múltiples evidencias de corrupción que lo cubren como estercolero pútrido y asfixiante.  Yo haría lo mismo, si las circunstancias fueran al revés.

 

Siempre he defendido que para comprender a una persona, sus actuaciones y motivaciones, hay que ponerse en su lugar, pero con todo, al 100%. Sólo así puede uno comprender y, en algunas ocasiones, perdonar los actos de terceros.

 

Ya lo han dicho los expertos jurídicos, no hace falta demostrar un pago directo a árbitros. El sólo hecho de pagar a Negreira ya es delito. No se necesitan más pruebas, dado que está comprobado. Todos sabemos para que se hicieron esos pagos, ya lo dijo Godall, para "tener un saldo árbitral favorable". Todos sabemos, culés, madridistas, indios, palanganas o herculános,  para que sirvieron esos pagos.

 

Y todos debemos comprender que se defiendan ante el abismo que se abre a sus pies como gato panza arriba. Todos haríamos lo mismo.

 

Pero, por favor, aunque los comprendamos, y asumamos con displicencia la miríada de insensateces que hacen, su ceguera ante las evidencias, su falta de exigencia ante las directivas cómplices y corruptas que los han dirigido, con todo eso, sólo les pido una cosa: No nos traten como imbéciles y nenes de teta. Por favor.

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