Ya que las apretaturas del
calendario no me permitieron escribir sobre el Clásico del miércoles, me
desquito hablando del post-clásico. Y es que es muy, muy curioso que la calma
chicha que circundaba el Bernabeu tras el partido se haya convertido en
tormenta con rachas huracanadas al día siguiente al cabo de pocas horas. ¿Cómo
sucedió tal ciclogénesis explosiva sin condiciones objetivos para su creación?
Procuraremos explicarlo.
Al terminar el partido todo eran
parabienes, cánticos a la deportividad y loas al buen fútbol. Todo el mundo de
acuerdo de que los malos rollos que eran habituales cuando Guardiola ocupaba el
banquillo culé habían fenecido y la Roja ya no corría peligro, merced a un
premio Príncipe de Asturias, de los buenos oficios de un marqués y de dos
santos barones (con b, para respaldar el
carácter nobiliario del párrafo).
Puyol era el perfecto ejemplo del
fair play (deportividad para los de la EGB ), CR7 y Piqué acabaron abrazados,
con guiños y arrumacos, algo a lo que es muy propenso Piqué, miedo me da.
Mourinho ni apareció, pues quién quita la cerilla moja la pólvora y Alonso y
Arbeloa se deshicieron en caricias y arrumacos a Messi, alabando la perfección y
apurado de su afeitado, vamos... un canto a la felicidad.
Pero el diablo, que cuando se aburre
mata moscas con el rabo, no podía consentir tanta paz y sosiego. Y no se le
ocurre otra que decir que el ángel de la guarda, en culé tradicional: Messi, se
dedicó a macarrear, menospreciar y escupir durante el partido. Algo, por
supuesto, inimaginable en cualquier persona honesta y cabal que se precie de
serlo. Ya lo dijo Rossell a los niños, ¿se acuerdan?
Y claro, ¡¡ hasta ahí podríamos
llegar !! Mal está que el mejor Barca de la historia sólo empate con un Madrid
sin medio equipo titular, máxime cuando aspiraban y creían posible jugar el
segundo partido con el Barca B, mal está que Messi no marcara, mal está que
Tito (suerte desde aquí) no conozca aún el éxtasis de ganar al Madrid... pero
mentar el nombre del mesías en vano, no, por ahí no pasamos. Y ahí las hordas
blaugranas sacaron lo más selecto de sus recursos mediáticos en defensa del
sancta sanctorúm del espíritu culé.
Dos llamadas a Sport y Mundo
Deportivo, criticas al árbitro por no ayudarles, Alves a rueda de prensa (que
éste nunca le hace ascos a un buen titular) y pedimos, de paso, ecuanimidad a
la Santa Inquisición Mesetaria, rogándoles que el odio de la Yihad Mouriñista
no nuble su entendimiento, que recuerden que Messi sólo se hace humano cuando
juega al fútbol y lo demás son excrecencias de pecados capitales como la
envidia, la lujuria mal entendida y la soberbia.
Y así, como al desgaire, conseguimos
un nuevo logro en la Matrix culé, transmutando un canto al fútbol en un silbido
desgarrador, atentatorio contra los valors y la humildat, el seny y el
fútbol... y es que los del Barca no saben empatar, son la hostia, que diría
Xavi, el amo del fútbol.
Yo, que todo esto lo veo como fuegos
de artificio o juegos de manos de tahures y prestidigitadores, ni entendí los
ataques furibundos a Mou por el pretendido asunto del parking, ni entiendo los
de ahora a Messi. Y condeno con la misma energía los insultos racistas, los
gritos de subnormal, portugués hp es o el asesino, asesino. Y los escupitajos,
menosprecios e insultos en el campo y alrededores son tan propios del fútbol
como los goles, los córners o los malos árbitros. Y así deben ser entendidos y
asumidos.
Estos episodios han existido de toda
la vida de Dios, pero nunca se les ha otorgado rango de noticia, porque nunca
la anécdota debe emerger sobre el cuerpo cierto de la noticia. Pero hoy, que se
mezclan la huída generalizada de la profesión periodística del castillo de la
ética y el buenismo antropológico, en el que se confunde el espíritu
competitivo consustancial al deporte con la deportividad (recuérdese el caso
bochornoso de la salida de cadena de Schleck y Contador), estas peleas de
chiquillos monopolizan la atención mediática, siempre de forma interesada.
Lo que no entiendo ni entenderé
nunca son los veletas de opinión, estómagos mendicantes de un jornal tan mísero
como el jornalero andaluz de la posguerra, que trabajaba de sol a sol por un
mísero rancho. Si su amo les pide ladrar, ladran, si les pide maullar, maullan
y si les pide morder, si es a distancia, lo hacen, pues su cobardía les impide
hacerlo de frente. También me hace gracia cuando en los asuntos que afectan
negativa a lo culé se equiparan a Santo Tomás pidiendo pruebas de la
resurrección de Cristo. Hoy piden pruebas de lo sucedido cuando no han tenido
empacho alguno en “noticiar” lo que pasa por la mente de Mou sobre lo divino y
humano sin haber hablado con él en la vida.
Conclusión final: Hay una señal
inequívoca, testada a lo largo de los años, del sentimiento culé: mientras más
temen, más chillan.
Pepito Grillo: Ya dije antes que las
apreturas del calendario impidieron comentar muchos asuntos, entre ellos uno
importantísimo: los comentarios de Sara Carbonero en Televisa. A aquellos
periodistas corporativistas que defienden el libre ejercicio de su profesión
sobre su vínculo personal, sólo les pediría un ejercicio de reflexión: ¿Creen
que Letizia Ortiz Rocasolano, periodista de larga trayectoria, debe airear los
asuntos que por su matrimonio conoce? ¿Debe el policía, juez, médico, abogado,
notario...... hacer partícipe a su pareja de las confidencias de que son
depositarios en su labor profesional?. Espero respuestas. A ser posible de Iker
Casillas, que al parecer quiere poner una vela a Dios y un aquelarre al diablo.
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