Liverpool 0 - Real Madrid 3
Una de
las tradiciones futboleras de la antigua Europa nos cuenta que en el pasillo de
acceso al campo del equipo visitante hay un letrero que indica “This is
Anfield”, “Esto es Anfield”, se supone que como advertencia a los rivales de
que llegan a un campo especial.
Pues bien, ayer en Anfield los visitantes
dieron vuelta al argumento y respondieron en Anfield que aquello era fútbol.
Fútbol de muchos quilates, fútbol puro, sin postureos ni fingimientos, sin
circunloquios ni rondos sin sentido. Fútbol total, con toque, velocidad y
garra, con poderío y ambición, con sólo el gol como objetivo. Fútbol, sólo
fútbol.
Auque
siendo justos la ambición sólo apareció en la primera parte, en la segunda,
como si hubiera un acuerdo tácito de esgrima, los dos equipos se dedicaron a un
bello ejercicio de floreo pero sin hacer sangre, toreo y esgrima de salón. Y
casi fue mejor así, pues eso permitió guardar fuerzas para el clásico del sábado,
que se prevé tenso y aguerrido.
Pero con
todo ello, no debemos olvidar hoy a todos aquellos que pregonaban con saña que
al Liverpool nunca le habíamos hecho un gol, ni, obviamente, le habíamos ganado
un partido. Mácula que se encargó de borrar diligente Cristiano en un gol que sólo
espero verlo repetido el sábado. Majestuoso. Lo de anoche fue una noche
histórica en el fútbol europeo, más reseñable aún que el 4-0 que le endosaron a
los Boluda-boys hace unos años y que tanto gusta de recordar el antimadridismo
pertinaz.
Ahora
sólo queda esperar a la reválida que espera el sábado. Acudo confiante y seguro
de nuestras fuerzas, aunque más de una vez se ha dado la misma situación y
hemos salido corneados, ojito. Hala Madrid, siempre caminarás acompañado.
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