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Ancelotti es, no lo olvidemos, apuesta personal de Florentino

30 diciembre 2017

2017…. mágico


Personalmente ha sido un buen año, más viendo los antecedentes. Brumas que se disipan, poco a poco, pero se disipan.

Futbolísticamente ha sido fenomenal. Posiblemente el mejor que he vivido. Nunca podré llegar al éxtasis de la Séptima, pero poco le ha faltado. Si, lo hemos terminado con un bofetón en forma de 0-3 (por cierto inmerecido tanteo y excesivo castigo, que aún no he escuchado a nadie), pero ésta adversidad quizá sirva para poner más en valor lo conseguido por el Real Madrid, Zidane y sus chicos este 2017.

Sé que estos días esa numerosa parte del madridismo sufridor está en un pozo sin fondo, pero lo siento, no puedo evitarlo, miro atrás y una sonrisa bobalicona se me refleja involuntariamente en mi cara. No sé si podrán perdonarme por tamaña falta de sensibilidad, al no guardar los cinco meses de luto riguroso que deben seguir a semejante derrota, pero no puedo evitar sentirme feliz con lo vivido este año, muy feliz. Y es que los recuerdos se agolpan. Y sonrío.

Nunca podré olvidar el día que ganamos la Liga en Málaga, sintiéndome un poco partícipe del éxito, rodeado de camisetas blancas y de amigos sinceros en La Rosaleda, dejándome mi triste garganta en cánticos y saludos recíprocos con nuestros jugadores. Esa vuelta de madrugada hasta Antequera, oyendo petardos y bocinas por toda Málaga….. Inolvidable.

Tampoco olvidaré la final de la Duodécima. Esa primera parte sufridora, el descanso pleno de tertulias llenas de incertidumbre, con mis amigos de mi Peña Madridista Gachera. La liberadora segunda parte, sabiendo que el gol de Casemiro nos llevaba a la gloria, el paseo feliz hasta la plaza, buscando la fuente blanca y encontrándola llena, literalmente, de niños, de madridismo puro, gozoso e inocente……….. futuro blanco. Pedí un cubata allí al lado y me supo a gloria. Disfrutando de la alegría de los niños, de los petardos y de los saludos, interminables, al paso, de transeúntes que sabían que nuestros corazones latían al ritmo del himno de la Décima.

Y como no recordar el 1-3 de la ida de la Supercopa en territorio comanche. Gritando a toda la Gran Vía de Les Corts el golazo de Asensio. Comprobando gozoso que no era el único. Oyendo al poco, de vez en cuando, alguna bocina celebrando la goleada.

Hace cuatro meses, sólo cuatro meses y esa noche nadie quería vender a Cristiano Ronaldo. Qué cosas…….. Nadie pedía un delantero. Teníamos la mejor plantilla del mundo. Cabalgábamos ingrávidos en la cresta de la ola. Desafiantes al mundo. Inmortales. Hoy parece que la ola va a caer encima pero no olvidéis que después de una ola, siempre, viene otra.

¡¡¡ Preparados para la subida ¡¡¡

Feliz y blanco 2018


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