Desde que tengo uso de razón,
que no es seguro de que lo tenga, el Real Madrid siempre ha adolecido de una
enfermedad a la que llamo "capitanitis". El principal efecto adverso
es la hinchazón (de ahí el -itis-) del ego del capitán hasta límites
difícilmente soportables. Ya en tiempos de Santillana se decía que éste
pretendía mandar más que el entrenador, cuando la Quinta del Buitre se
susurraba que Sanchís y Michel le hacían las alineaciones a Leo Beenhakker,
después llegó Hierro que, en aciaga noche triunfadora de Liga, amotinó el
vestuario, dejando en evidencia al Marqués, llegando a tratar de amedrentar al
Presidente.
La biología y la sobradez
anterior dejó a Raúl a cargo del brazalete y en uso de su poder llegó a
boicotear el fichaje de Villa por el Real Madrid, hacer mobbing a Owen, poner
en entredicho al seleccionador nacional y exigir la ficha de dos años para
abandonar el equipo. Como se puede comprobar, los efectos de la capitanitis se
van acumulando de forma geométrica, añadiendo en una suerte de contagio vía
brazalete, los efectos adversos del anterior con los propios. Así llegamos a la
situación actual, con Casillas haciendo ostentación de su capitanía en aras a
conseguir una titularidad a todas luces insostenible. Para ello no ha dudado en
conspirar contra su entrenador, retirar la palabra a compañeros o hacer el Don
Tancredo cuando la jauría mediática, que lo sostiene como ariete contra
Florentino, llegó a límites incalificables de persecución a todos sus
compañeros porteros.
Pero hete aquí que el
poder de contagio de ese brazalete es tan potente que hasta el segundo capitán
ya llega a sentir sus efectos, aún sin serlo. Así Sergio Ramos ya siente como ese ego de
Camas, auspiciado por sus doctorados y cum laudes, hace brotar en él la
necesidad ¿qué digo la necesidad? la obligación de defender al Real Madrid incluso
de personas que aunque pertenecientes al club, no tienen ni idea sobre cómo debe ser el futuro blanco. Así, un
día se ve en el deber de acompañar a Casillas en su reunión con Florentino y
dejar claro que Mou es un lastre en el proyecto. Otro día se ve obligado a
reconvenir a su entrenador por la no alineación de su amigo Özil, en mor de la
armonía del vestuario, al siguiente, ante la venta de Di María, sugiere socarronamente
que quizás los de la planta noble no tienen ni idea de lo que están haciendo y
ahora nos hace partícipe de la última estulticia del Presidente: negarle veinte
millones de euros al mejor central del mundo en el mejor momento de su carrera.
Que si, que le honra ese gesto de humildad sin
límites al no querer salir a esas redes
sociales que tan bien usa para aclarar que son para él, pero ¿qué más da? No
pretenderemos pedirle puntualidad en los comentarios a quién felicitó a la
selección femenina de waterpolo 24 días después, no? Pues eso.
Lo que si sería
necesario acometer mientras antes es un tratamiento de choque ante su
enfermedad. La experiencia dice que sus efectos sólo cesan cuando acaban sus
causas, esto es, cesar en la capitanía. Y dada la actual situación sólo quedan
dos caminos, a cual más doloroso: o nos sacrificamos y perdemos al mejor
central del mundo mundial, previo pago de una morterada acorde con todo lo que
nos ha dado y dará a su futuro comprador o que dimita Florentino y aupemos al
sillón de la T4 a Sergio Ramos García, que para eso le ha sido revelado el
futuro y conoce que hacer en todo momento.
Yo no doy pistas de mi
postura, total, al Real Madrid ya lo han jod.. fastidiado, no?
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