"Cesc con la estelada"
El día 11-S estaba celebrando una
comida de feria organizada por unos amigos y mi peña madridista. La sobremesa
de la comida transcurría charlando sobre temas tan trascendentes como la
tristeza de Cristiano, la caradura de Carvalho o la cesión de Sahín a la
Premier, estando entre los asistentes dos amigos culés pertenecientes a una
peña recién creada.
E inevitablemente salió a colación
el asunto de la marcha independentista catalana y su adhesión de la práctica
totalidad de la Junta Directiva del Barcelona y del voto independentista de su
ex – entrenador. Y los culés aducían, en franco retroceso, que ellos en esas
cosas no entraban, que sólo les interesaba el fútbol.
Esa postura me temo que es común al
95% de todos los seguidores culés españoles que no son catalanes y ¡¡ ojo !! que son
más numerosos que los que si lo son. Y a mi, sinceramente, lo que pase con el
Barça me la trae al pairo, pero ese asunto nos afecta a todos y por tanto allí
me planté ante su huidiza posición.
Mi condición de madridista tiene el
agravante de ser fundador y miembro de una Peña Madridista desde hace más de 25
años. Y siempre entendí que las Peñas han de servir para apoyar al equipo, pero
también para hacer patente su postura ante lo que se consideran errores por
parte del club. Y siempre que he tenido la ocasión de manifestar mi desacuerdo
en las reuniones anuales de peñas, así lo he hecho.
Por tanto, les indiqué que yo en su
lugar haría lo posible porque el presidente de su peña barcelonista enviara una
carta al Sr. Rossell y a su Junta Directiva exigiéndole que mientras
representaran al club se abstuvieran de protagonizar disidencias contra su
país, ni a título personal, ni institucional ni medio pensionista.
Ya lo hubiera hecho cuando se
conocieron las opiniones de todos los entonces candidatos sobre quién preferían
que ganara el Mundial, o las variadas formas en que han ninguneado la bandera y
el himno de de su país, mal que les pese, por no contar la permisividad ante la
instalación habitual de una kilométrica pancarta que erróneamente indica que
Catalonia is not Spain, o la imposición de consignas a sus jugadores para que
eviten lucir colores o insignias patrias, como ocurrió con el caso Villa.
Pero si bien todas estas acciones
serían censurables para cualquier español, la franqueza y la impudicia de
alineación independentista en la Diada no es admisible. Y por ello no entiendo
las tragaderas tan anchas de millones de españoles que se sienten así y culés
en la misma medida, máxime cuando ponen tanta inquina en asuntos tan banales
como un bailecito, un gesto o un comentario infantil.
Y es que si bien la postura de
Guardiola me parece una hipocresía más de las que le conocemos, que son muchas,
sus manifestaciones si son a título personal pues ya hoy sólo representa a su
persona, mientras que Rossell, su Junta Directiva y el club como institución
representan a millones de aficionados españoles radicalmente opuestos a sus
tesis independentistas. Y eso son palabras mayores y, como decimos en mi pueblo,
con las cosas de comer no se juega.
Tampoco me parece acertado en este
maremagnún de opiniones, críticas y manifestaciones que se metan en el mismo
saco a jugadores presuntamente separatistas, con Guardiola o el Barca. Recuerdo
aquí el formidable debate generado por el jugador de hockey Álex Fábregas, que
aseveró que jugaba con la selección española porque no tenía más remedio, que
su deseo sería jugar en una hipotética selección catalana. También se han
conocido veleidades separatistas a culés campeones con la Roja (Cesc, Piqué,
Xavi y algún más), pero insisto que esto es harina de otro costal.
En estos casos comprendo su postura
y comprendo asimismo la dificultad que supondría rechazar una convocatoria con
la Roja. Por tanto ni les achaco hipocresía ni doblez alguna, juegan con la
Roja pues no tienen otro remedio y cuando lo hacen no desmerecen en nada a sus
compañeros. Pero Rossell y el Barca SI tienen la posibilidad de escoger su
participación, sus filias y sus fobias, de ahí su censurable conducta.
P.S. Cuando escribo estas líneas leo
que Rossell aduce contra quién pide que el Barca en una hipotética secesión no
jugara en la Liga española que ello si sería posible, y pone de ejemplo al
Mónaco. Hay que ser hipócrita y hace falta tener cara y ser bobo para creer que
el resto de España y sus clubes comulgarían con esa enorme rueda de molino.
A mi lo que me parece lamentable es que los aficionados culés de fuera de Cataluña no se manifiesten en contra de esas posturas. Se quedan calladitos como tontos y no quieren saber nada del tema.
ResponderEliminarY depues nos llaman abducidos a los madridistas.
http://elespiritudel7.blogspot.com.es
Si, no sé porqué les cuesta tanto, no entiendo como no pueden disociar el fútbol de lo importante.
ResponderEliminarA pocos se les debería escapar la actitud antiespañola, y cada vez más encendradamente "SEPARATISTA" -dejémonos de eufemismos- de la banda barça-catalamera. Su incubación viene de lejos, y la debilidad de las políticas autonomistas de las últimas décadas han contribuido poderosamenre a ello.
ResponderEliminarNo quiero alargar mi comentario escribiendo sobre políticas deportivas, aunque en el terreno profesional vemos, cada vez más, como la política influe con poder meridiano en el deporte (sobre todo en el que mueve millones).
La cuestión es que, mientras un sector del separatismo catalán celebra con algarabia desbordante la "diada"-y por ende los éxitos de su más conspicuo representante deportivo: el barça, millones de no catalanes residentes en Cataluña adoptan una posición pasiva y entreguista frente al descaro provocador de éstos fantoches.
Tampoco puedo entender el seguidismo culé en sectores no catalufos, fuera de su ghetto territorial, y su premeditada ignorancia al no querer ver esa realidad. Eso me obliga a pensar en el gregarismo y la ceguera de un sector de población de nuestro país aborregado hasta las raices. Lamentable realidad que tenemos que contemplar día a día y a la que veo una difícil solución por ahora.
Confiemos en que en un futuro próximo las cosas empiecen acambiar, aunque, me temo que...
Un saludo. LEG
@ LEG
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, que un catalán culé se entregue a semejantes disparates secesionistas puedo entenderlo, es más, defiendo su derecho a pensar como crea conveniente.
Pero que españoles orgullosos de serlo, que ondeaban pletóricos su bandera cuando el Mundial y la Eurocopa disimulen, silben y miren hacia otro lado no puedo entenderlo.
El fútbol es una tontada que sólo sirve para dar conversación, lo otro son cuestiones esenciales para nuestro futuro y no es de recibo obviarlo.
Un saludo y gracias por tus comentarios.